Uno de los modelos de negocio más prolíficos en la actualidad es el de la formación especializada. Un cúmulo de factores ha supuesto un incremento en la demanda de los servicios didácticos, lo que convierte al sector educativo (por ejemplo, la constitución de academias) en una buena inversión para cualquier emprendedor.
Pero debemos recordar que el sector educativo es uno de los que presenta un campo reglado más estricto. Lo cual supone que lanzarse a emprender sin asesoramiento jurídico especializado puede suponer un riesgo que exceda las ventajas de esta área.
Veamos cuáles son las ventajas de invertir en una academia y qué elementos deberán tenerse en cuenta antes de lanzarse a la aventura.
Por qué las academias son un buen modelo de negocio
La globalización ha conducido a los Estados más desarrollados a migrar su inversión hacia el sector cuaternario. Europa es un buen ejemplo de ello, donde una gran parte del PIB depende de mercados tecnificados y con uso intensivo de la propiedad industrial e intelectual.
Estas áreas de la economía dependen de los conocimientos y la capacidad de actualizarse de sus profesionales. Por eso no debería extrañarnos que el sector formativo sea uno de los más prometedores en la Unión Europea.
Pero el sector educativo no solo atiende las necesidades de técnicos del sector cuaternario. En España tenemos más de dos millones y medio de funcionarios. Sin llegar a la media de la OCDE, lo cierto es que esta cifra representa un volumen importante tanto en nuestra tasa de empleo como en nuestro PIB.
Y la opción más socorrida por cualquier opositor siempre es acudir a la preparación por parte de profesionales. Lo cual explica el crecimiento de las academias de preparación de oposiciones.
Tampoco podemos olvidar el impacto que representan sobre el sector educativo las academias de idiomas. Se trata de un modelo de negocio que ha proliferado, ofreciendo sus servicios no solo a ciudadanos españoles sino también a estudiantes extranjeros que están de paso y aprovechan su estancia para realizar cursos intensivos.
Por último, las Universidades denuncian un incremento en la carga docente que impide a los profesores atender adecuadamente al alumnado. Esto ha conllevado que muchos estudiantes necesiten buscar fuera del aula el apoyo que no logran obtener dentro.
En definitiva, las academias representan una excelente oportunidad de inversión, independientemente del campo donde se especialicen. Además, el sector de la formación presenta la posibilidad de explotar ciertas sinergias que ayudan al desarrollo del negocio.
¿A qué retos me enfrento si quiero abrir una academia?
En resumen, las academias son modelos de negocio con un amplio potencial. Sin embargo, esto no significa que pueda organizarlos cualquiera. El marco regulatorio de las academias incluye ciertas especificidades que hacen necesaria la obtención de asesoría jurídica especializada.
Iniciar un negocio formativo sin contar con un plan de compliance adecuado y una normativa interna sólida.
Fuera de los retos legales, todos los emprendedores que quieran entrar en el sector de la educación deberían conocer el ecosistema antes de entrar al juego. Por supuesto, el diseño de un plan de negocio será fundamental para anticipar futuras complicaciones.
Es importante definir adecuadamente la oferta educativa, conociendo a la competencia y las necesidades sociales y económicas a medio-largo plazo.
Incluso los elementos estéticos son cruciales a la hora de comercializar servicios educativos. En definitiva, una academia no puede prosperar sin la adecuada asesoría jurídica, que sirva de apoyo en su Gestión y Dirección, pues, la cantidad de normas educativas especiales y riesgos existentes en el sector en la actualidad, son imnensos, y una decisión mal tomada puede ser definitiva para el cierre.
¿Cómo puede constituirse la academia?
Una de las principales cuestiones a la hora de abrir un negocio es cuál será su forma social adecuada. Por ejemplo, en el sector de la educación existen numerosas franquicias, que permitirán al emprendedor ampararse en el buen nombre de una marca comercial ya establecida.
A cambio supondrán una menor libertad a la hora de desarrollar el negocio. Además, las franquicias tienen sus costes y limitaciones, de modo que lo mejor es analizar con detenimiento y con la ayuda de un profesional tanto el contrato como el manual operativo antes de cerrar la inversión.
Las cooperativas de trabajo asociado resultan estructuras muy adecuadas para estructurar los centros formativos. Se trata de figuras donde priman la autogestión y los principios cooperativos. Estas formas de negocio ofrecen mayor libertad que las franquicias, aunque siempre quedan supeditadas a las decisiones de los socios cooperativos.
Hace poco hablamos en nuestro blog de la fundación como estructura jurídica para gestionar centros docentes. Y es que, aunque se trate de entidades sin ánimo de lucro, nada impide a estas figuras jurídicas desarrollar actividades económicas.
Por supuesto, siempre cabe la posibilidad de fundar una Sociedad de Responsabilidad Limitada e incluso una Sociedad Anónima. Cada una de estas figuras presenta sus propias ventajas e inconvenientes frente al resto.
Dada la pluralidad de opciones abiertas al emprendedor, lo mejor es que realice una consulta con un especialista en Derecho Corporativo-Educativo. Tras analizar el plan de negocio y las necesidades del proyecto, estos profesionales podrán dotarlo de la mejor estructura jurídica.
En resumen, las academias son un modelo de negocio prometedor, muy activo actualmente y con una importante proyección de futuro. Sin embargo, entrar al juego sin la asesoría jurídica adecuada no es algo plausible. Por tanto, lo primero antes de nada es invertir en servicios jurídicos especializados en el sector educativo para asentar unos pilares sólidos que den estructura a mi negocio, y que ayuden a desarrollar el proyecto.
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