Tras casi un mes y medio en estado de alarma, el Gobierno y el Ministerio de Trabajo siguen publicando protocolos y guías de buenas prácticas en los centros de trabajo para prevenir los contagios por COVID-19.
Estos protocolos y guías se actualizan constantemente, pero parece que su contenido va estabilizándose en un marco en el que muchos agentes hablan ya de la “desescalada”. Y es que, aunque sigamos en pleno estado de alarma, las medidas profilácticas se van flexibilizando con el objetivo de volver a la normalidad.
Pero, ¿podremos volver a la normalidad? Y, ¿cuánto tardaremos en hacerlo? Según algunos informes podría resultar necesario mantener las medidas de seguridad hasta 2022. Lo cual plantea la necesidad de establecer y mantener protocolos de higiene en los centros de trabajo.
Los protocolos de higiene en centros de trabajo
Numerosos organismos han participado en la elaboración de protocolos de higiene y manuales de buenas prácticas, algunos de ellos amparados por el propio Gobierno. Las líneas básicas de estos protocolos se basan en la higiene y la distancia interpersonal. Así, destacan las siguientes recomendaciones:
1. Momento previo al desplazamiento al centro de trabajo
Se recomienda que no asistan al centro de trabajo las personas que hayan presentado sintomatología propia del COVID-19, que hayan estado en contacto con personas afectadas o que se encuentren entre los grupos de riesgo.
Recordemos que en estos casos, si la empresa no pudiera garantizar el aislamiento o la prestación del teletrabajo, la persona trabajadora podría tener derecho a una baja laboral. Para ello será imprescindible que su médico de cabecera acredite la necesidad de mantener el aislamiento laboral.
2. Desplazamiento al centro de trabajo
Se prioriza el empleo de transporte individual, maximizando la distancia interpersonal cuando se comparta. En el caso de recurrir al transporte público se recomienda mantener una distancia de seguridad de 2 metros y utilizar mascarillas.
3. Estancia en el centro de trabajo
El Ministerio de Sanidad ha creado un procedimiento específico para los servicios de prevención de riesgos laborales. Al margen de estas medidas, es fundamental que el centro de trabajo ofrezca las condiciones esenciales de higiene y que se eviten las aglomeraciones:
- Se recomienda que las personas trabajadoras mantengan una distancia mínima de 2 metros. Esto puede suponer escalonar las entradas y salidas del centro para evitar colas y aglomeraciones. Incluso puede requerir la adaptación de la jornada de trabajo para distanciar los puestos utilizados en cada momento.
- Por supuesto, se desaconseja el uso masivo de zonas comunes.
- Los establecimientos abiertos al público deben implantar sistemas de control de accesos, de respeto al aforo máximo y de distancia interpersonal.
- La empresa debe proporcionar equipos de protección individual (EPIs) a sus trabajadores, pero también al público que tenga acceso al centro de trabajo.
- Sigue recomendándose el teletrabajo, así como la minimización de los desplazamientos.
4. Medidas a nivel organizativo
La implantación de un protocolo de higiene supone la adquisición y provisión de materiales de limpieza y desinfección. También requiere el refuerzo del flujo de información a la plantilla, sus representantes y los usuarios y consumidores.
Además, la empresa debería contar con:
- Un plan de contingencia para adoptar medidas de protección en caso de exposición al virus. Los delegados de prevención o los representantes de los trabajadores deberían participar en su elaboración.
- Un protocolo de protección, acorde con las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, para el caso en que se detecten síntomas en cualquier persona de la plantilla.
También se deben reforzar las tareas de limpieza y desinfección, asegurar la adecuada ventilación del centro y establecer medidas de higiene a cumplir por la plantilla.
Por último, es necesario aislar los residuos peligrosos, como pañuelos o EPIs ya utilizados, así como productos utilizados por personas afectadas.
¿Cómo implantar un protocolo de higiene en el centro de trabajo?
Ya se habrá comprobado que la implementación de protocolos de higiene requiere de la colaboración de todos los implicados. No solo se debe elaborar una planificación negociada donde participen los delegados de prevención y los representantes de los trabajadores, sino que la propia plantilla debe comprometerse a cumplir el protocolo e informar de eventuales mejoras o incumplimientos.
Muchas empresas conciben esta tarea como un sobrecoste. Pero no solo debemos recordar la responsabilidad social en el aislamiento del COVID-19, sino también el régimen de responsabilidades que podría derivarse del incumplimiento de estos protocolos.
Así, si la empresa actúa imprudentemente podría hacer frente a reclamaciones administrativas, civiles e incluso penales. El alcance de tales responsabilidades puede consultarse con el asesor jurídico de referencia.
Por tanto, la implementación de estos sistemas de protección supone un esfuerzo colectivo, pero debe abordarse por responsabilidad sanitaria y por el propio bien de la compañía. Cuestión aparte es el grado de dificultad que va a suponer la implantación de estas medidas en los diferentes sectores económicos.
La difícil implantación de un protocolo de higiene en el ámbito escolar
Los Centros Educativos van a enfrentarse a importantes retos a la hora de implementar sus protocolos de higiene. La edad de sus alumnos afectará directamente a la prudencia exigible y al deber de cuidado, asi como las instalaciones disponibles o la realidad de cada centro.
Además, se trata de instituciones con una amplia concurrencia, donde las propias dimensiones de las instalaciones pueden suponer una barrera a la posibilidad del distanciamiento interpersonal. Ello por no hablar de la práctica imposibilidad de combinar diferentes turnos de trabajo y escalonar entradas y salidas del centro, siempre y cuando no supongan un sobrecoste en la estructura del mismo.
De hecho, la teleformación es una de las medidas que parece más recomendable en estos momentos, aunque no está exenta de desafíos. Desde los instrumentos tecnológicos empleados hasta su impacto en la propiedad intelectual del centro o el tratamiento de datos personales del alumnado y profesorado son escollos que deberán salvarse desde una perspectiva operativa y jurídica.
La implantación de estas medidas también va a resultar un reto desde una perspectiva material y jurídica. Si los centros deben aprovisionarse de material de limpieza y desinfección deberán asumir un sobrecoste. Y este será superior si deben disponer de EPIs para su personal y para el alumnado.
Por supuesto, está por ver la estrategia que definan las autoridades respecto a la vuelta a las aulas. En especial, al respecto de todos estos detalles que no por concretos dejan de ser importantes.
Tal vez sea un buen momento para que Equipos Directivos y Departamentos Jurídicos se pongan manos a la obra y empiecen a estudiar los medios más efectivos para implantar los protocolos de higiene en el ámbito escolar, que sin duda van a acompañarnos durante un largo período de tiempo.
Por ahora las noticias, son solo “titulares” de prensa sin desarrollo normativo, y por lo tanto hay que estar atentos a la legislación que el gobirno apruebe en su momento.
Nuestra Firma Jurídica ya trabaja en un modelo de protcolo aplicable a la realidad de cada centro, siendo esta la única manera de otorgar seguridad jurídica al centro frente a terceros, y poder eximirse responsabilidades en caso de un incidente de contagio.
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